sábado, 27 de agosto de 2011

Artículo "Los Santos Inocentes" de Jorge Zabalza


Al bajar hacia la costa por el bituminoso, si doblas a la izquierda y entras a las calles polvorientas, te sale al paso una nube de niños y perros. Abandonados a la buena de dios, que por allí no pasó, juegan en las cunetas donde corren los oscuros efluentes, acechan parasitosis, hepatitis y púrpura y los toman por asalto garrapatas y pulgas. Niños y perros duermen en la misma habitación, muchas veces la única, demasiadas veces en el mismo colchón. La lluvia repiquetea en las chapas del techo, pero la humedad no tiene nada de romántica, atraviesa las paredes de bloques y sirve de caldo de cultivo a hongos, moho y enfermedades bronquiales.

 
Nada de esto dicen las cifras que recogen el crecimiento del producto bruto, de las exportaciones y de las inversiones extranjeras. El Uruguay en cifras se va para arriba, pero el abismo entre ricos y pobres se hace cada vez mayor, porque la distribución del ingreso sigue favoreciendo a los que más tienen. Los éxitos en los números tampoco dicen nada de hacia dónde camina el Uruguay, país productivo que vende sin agregar valor a sus productos primarios y depende del vaivén de los precios internacionales. Ellos tampoco indican nada acerca de la depredación de los recursos naturales por grandes capitales protegidos por el Estado. Cifras y más cifras son exhibidas con el fin de llenar los corazones de expectativa, pero, en verdad, son cifras juntavotos y nada más. 
 
Uno de cada diez montevideanos vive en los asentamientos irregulares, exactamente el 11% de la población. Al oeste de Camino Cibils, en la Villa del Cerro, el fenómeno recrudece: cuatro de cada cinco ciudadanos son ocupantes de terrenos. Allí la irregularidad es lo normal y también son normales las consecuencias sociales provocadas por la irregularidad. Un espectáculo que lastima las sensibilidades más delicadas y por eso, el sistema, que es sabio, lo oculta en la periferia, donde la miseria y los megaoperativos no ofendan la mirada del turismo y de los gobernantes. 
 

Mientras que uno de cada tres montevideanos tiene menos de veinte años, la población de los asentamientos es sensiblemente más joven, pues una de cada dos personas que en ellos viven, son menores de dicha edad. En general, la pobreza tiene cara de niño en el Uruguay, casi la mitad de los 57.600 niños nacidos cada año, lo hacen por debajo de la llamada “línea de pobreza”, una maldición que suma anualmente alrededor de 28.800 nuevos asalariados, empobrecidos, precarios y semiocupados.
 
Nacen y salen a la lucha por la supervivencia, pero el objetivo no es fácil de alcanzar. Quince de cada mil uruguayos mueren antes de cumplir su primer año de vida pero, como cabe sospechar que la guadaña es clasista y se ensaña con los nacidos lejos de Pocitos y Punta del Este, es posible que alrededor de 450 de los nacidos en la pobreza, mueran antes de su primer año de condena. Su odisea no termina ahí porque casi mil de ellos no llegarán a cumplir cinco años. De esa manera, el comportamiento tan poco democrático de la tasa mortalidad infantil contribuye a reducir la pobreza, permitiendo al Uruguay ocupar orgullosamente lugares de privilegio en las estadísticas latinoamericanas. 
 

Si se revisan las cifras de los problemas de salud infantiles con un sesgo de clase, se concluye en que aproximadamente 2320 de los pobres de nacimiento sufren desnutrición, 4640 tienen un peso menor al normal y, paradójicamente, unos 2700 padecen obesidad. Ellas revelan que bastante más de la mitad de los niños nacidos pobres sufren anemia por carencia de hierro en su alimentación... ¡aunque la sangre de un buen porcentaje de ellos tiene demasiado plomo!. Muy pocos de esos niños reciben ayuda para superar el déficit que soportan. Sobreviven, es cierto, pero con la salud tan precaria, que no logran encarar en condiciones óptimas su educación escolar y su inserción laboral. En las escuelas bautizadas “de contexto sociocultural crítico”, bastante más del 50% de los alumnos entre seis y once años presentan trastornos emocionales y de comportamiento. Son los condenados de antemano, los que salen a pelear la vida armados con escarbadientes.

 
En el Uruguay termina la escuela solamente un niño de cada tres que ingresan a ella, cifra que también es preciso corregir a la luz de la realidad social. En primer lugar, porque entre los egresados de primaria, uno de cada diez son los llamados “pases sociales” (“los mandamos al liceo para que no jodan más en la escuela”) y, en segundo lugar porque, con toda seguridad, el promedio de egresados disminuye a uno de cada cuatro alumnos en las escuelas de la pobreza. De los 28.800 pobres que nacen cada año, serán unos 7.000 los que terminen primaria y, de ellos, apenas 980 terminarán los seis años de enseñanza secundaria... nada más. El sistema educativo funciona como una máquina de picar carne y espíritu, los restos se arrojan al basurero de los desechos humanos.

El lenguaje que manejan es limitado, muy limitado, pocas palabras y no todas correctamente pronunciadas, se habla con faltas de ortografía, algo que es más evidente cuando escriben. El sistema los ha reducido a hablar algo que es un verdadero dialecto del idioma “uruguayo”, esa versión nuestra del castellano. En el mismo paquete del lenguaje, vienen envasadas la decena de valores y el centenar de conceptos suficientes para abordar los problemas cotidianos propios de su modo de vivir. La escasez de términos y categorías necesariamente les recorta la conciencia de la realidad social y les impide tomar cuenta de la opresión que está en el origen de la miseria y la exclusión. Es muy elemental la visión del mundo que inculca el sistema a través de las restricciones en el lenguaje, la educación y la cultura. Basta con el sentido común más vulgar, el suficiente para asegurar el cumplimiento del rol de trabajadores irregulares y con muy bajos salarios, que les asigna la economía capitalista.

 
¿Se dan cuenta, ustedes, que poseen el interés y la capacidad intelectual para leer “Barrikada”, del universo de conocimientos sobre el cual ni siquiera tienen noticia los asalariados empobrecidos?. ¿De todo lo que no les interesa conocer, porque la ignorancia es también desinterés? El mundo de las ciencias, la literatura, la filosofía y la poesía les resulta muy lejano y muy ajeno. Se los aliena para que no precisen del pensamiento abstracto, se les cercena capacidad intelectual, los esclavos no necesitan pensar, se los castra para que obedezcan dócilmente el látigo del amo.
 
Como suele recordar Helios Sarthou, los sindicatos, los gremios estudiantiles, las cooperativas y los comités de base barrial fueron verdaderas escuelas de cultura y conocimientos. En ellas, los luchadores sociales anarquistas, comunistas, socialistas y tupamaros, combatían la acción castradora del intelecto, transmitían las categorías que permitían pensar la historia de los pueblos desde la opresión y para emanciparse. Por otra parte, la vida de cada revolucionario irradiaba valores y filosofía: entrega a la causa, anteponer los intereses colectivos a los personales, dar a la sociedad sin esperar recibir nada a cambio, todo por la revolución social. ¿Cuánto transmitía Ruben Sassano simplemente conversando en la esquina del bar de los armenios que daban de desayunar a veinte niños de La Teja todas las mañanas?. De esa forma, desde abajo, el lenguaje se ampliaba, se aprendía a pensar críticamente, la visión del mundo se hacía global y compleja y la conciencia se desalienaba lo suficiente para indignarse, perder la paciencia e intentar la rebelión. Pese a la persistencia del bombardeo alienante que sufrían, los trabajadores siempre terminaron rebelándose, en 1900 y en los ´60, en la Huelga General del ’73 y en el ’83 de la movilización contra la dictadura. La clase dominante pretendía seguir dominando eternamente, pero los dominados no cesaban de intentar emanciparse, de romper cadenas, todas ellas, las visibles y las invisibles. Esa es la historia de la lucha de clases. 
 

Los vientos del pragmatismo destrozaron el ideologizado tejido social de antaño. El asistencialismo que predomina no contribuye al desarrollo y ampliación de la conciencia sino que, por el contrario, ayuda a su adormecimiento. Han hecho desaparecer el entramado familiar, laboral, social y político que se oponía a la alienación cultural y contrarrestaba la acción alienante de la cultura dominante. Al mismo tiempo se desmonetizó el valor de dedicar la vida a la lucha social, los revolucionarios han sido seducidos por el poder, cayeron derrotados por el “socialismo”, el amiguismo, el clientelismo y el “acomodo”, adoptaron la cultura política que cuya exclusividad se adjudicaba a la derecha. Hoy vale todo, el dicho ya no coincide con la obra, reinan la hipocresía y el doble discurso, una casta burocrática sustituyó a la militancia dando como resultado la desaparición forzosa de los referentes éticos y morales a nivel de base. El pueblo organizado ha perdido sus enormes posibilidades de desarrollo intelectual, de superar el recorte del lenguaje, los valores y conceptos, de adoptar una filosofía de vida independiente de los dueños de todo.
 
En la coyuntura actual cabe agregar que el pesito más en el bolsillo genera un estado de ánimo proclive a creer fervorosamente en los caudillos partidarios, una fe religiosa que se extiende al sistema en general, legitimándolo. Los pesitos se escapan entre los dedos, pero alcanzar para unos arreglitos en la casa, algunos electrodomésticos de segunda, la moto a crédito y un consumo un poquito mayor, y con ese falso “bienestar”, una mejoría evidente con relación al 2002, se crea el clima subjetivo reacio a cuestionar y a exigir que se cumplan las promesas electorales. Sin haber resuelto ninguno de los problemas sociales de fondo y gracias a esos pesos provenientes del boom internacional de los alimentos, los gobernantes obtienen gratuitamente el consentimiento a su discurso de resignarse, de desesperar del socialismo, porque es imposible de alcanzar, de no luchar, no poner palos en rueda de los grandes inversores extranjeros, no rebelarse porque es inútil, aceptar pacíficamente el estado de cosas, aceptar la impunidad y los privilegios de los criminales del terrorismo de Estado y... ¡todavía, hacerlo con alegría!. Se dejó de indicar el camino, para terminar colectivamente con la vida miserable de la pobreza, el de los cambios de fondo.

Como contrapartida de su función de freno a la bronca social, el Uruguay Progresista deja abierto un hueco de ideas, tan grande es el hueco que parece minería a cielo abierto. La ñata contra el vidrio, el pobrerío mira el despilfarro del país de primera, ese del sur de Avenida Italia y rellena el vacío de pensamiento crítico a fuerza de esquina, cumbia villera y reggaeton, de telenovelas, Tinelli y spots publicitarios, cayendo en las redes de la cultura dominante. Una de las respuestas de bronca social es salir de caño a robar un banco o un Abitab, darle a un taxi o un ómnibus, arrebatar una cartera, En definitiva otra forma de desesperación social y resignación política, de aceptar que el mundo es injusto y que no hay otra manera de salir del pozo que jugándose la personal en una rapiña desesperada. Son los valores y la filosofía que favorecen el desarrollo del capitalismo y alejan a los individuos del horizonte de una sociedad socialista.
 
El Instituto de Estadísticas fija la frontera de la pobreza en 7.123, 84 pesos para Montevideo y 4.818,94 pesos para el resto del país. La “línea” se fija en base a relaciones entre el ingreso y el consumo de las personas. Supuestamente dejan de ser pobres las personas cuyos ingresos y consumo atraviesan la frontera hacia arriba. Es ridículo definir la pobreza solamente con criterios monetarios. Ella es, sobre todo, la reducción deliberada de la capacidad intelectual de las personas, la imposición de un modo de vida regido por concepciones que pertenecen a la clase social que las oprime, haber sido marginados de la inteligencia, la conciencia social y el conocimiento humano, las condiciones imprescindibles para emanciparse a sí mismos y a la sociedad toda. 
 
Desde presidencia piden que se les transmitan valores para que no roben y no se arriesguen a pasar años en cárceles que violan los derechos humanos. ¿Es en serio que Mujica plantea que el millón de pobres respeten la propiedad privada?... ¿de qué propiedad privada hablarían?, ¿de la riqueza ajena a la que nunca accederán?. Vamos a dejarnos de bobadas, antes, cuarenta años atrás, cuando éramos jóvenes y revolucionarios, los socialmente más jodidos, en los cantes y en las cárceles, se miraban en el espejo de las vidas ejemplares y, por lo menos, intuían otras perspectivas. Hoy se les ha privado del paradigma, del mensaje de rebelión revolucionaria, de las mujeres y hombres convencidos de luchar hasta el fin por cambiar el injusto orden social. A no quejarse de la cosecha de las tormentas que ayudaste a sembrar. Son ineludibles las responsabilidades individuales en el desarme ideológico de la sociedad, la rendición incondicional comenzó por rendiciones individuales. 
 

Durante generaciones, los dueños del capital han dado origen a un estamento de asalariados sin garantías estatales, sindicales y políticas y, para que no luchen por su liberación, los han privado de los instrumentos intelectuales para luchar organizados por su propia liberación. Aunque todavía no lo saben, son los nuevos sepultureros del capitalismo, decía Raúl Sendic en 1985. Son las mismas masas proletarias que conmueven los informativos con sus rebeliones en el norte de África, sus campamentos indignados en Barcelona y Madrid, los 300.000 israelíes que salieron a la calle (¡por fin!) o la irrupción violenta de los ingleses de origen inmigrante, racial y socialmente discriminados. El capitalismo está desanudando la venda que cegaba a sus esclavos, porque fue la lucha feroz entre los grandes capitalistas la que provocó el estallido financiero del 2008 y alimenta la crisis económica que se desarrolla actualmente, esa lucha los fuerza a recortar el ingreso de los asalariados del mundo entero y es el combustible que incendia la pradera. Muchedumbres inactivas durante décadas, que se dejaron explotar pacíficamente, sin protestar siquiera, pero que hoy dicen basta y se echan a andar. 
 
El mundo capitalista parece estar viviendo sus “jacqueries”, levantamientos masivos semejantes a aquellos de los campesinos europeos del siglo XVIII, que agrietaron el mundo feudal y prepararon la revolución francesa. Los levantamientos actuales ya no ocurren en un solo país, la explosión social que el capitalismo no puede contener abarca el mundo entero. Globalizaron el capitalismo, globalizaron el salario y ahora globalizan la rebelión social, las “jacqueries” de las masas de asalariados empobrecidos del siglo XXI. 
 
Creo que todos saben que crisis, recorte del pesito más y lucha social llegarán al Uruguay como a toda América La Pobre. Tal vez por eso los megaoperativos hacen pensar en megarrepresión a los trabajadores empobrecidos y las “misiones de paz” en Haití y el Congo permiten pensar en “misiones de paz” en los asentamientos irregulares.

 
Un país de primera, puro verso. 





Artículo: Buscando a Camilo


Camilo es un pibe que tuvo una infancia como la de la mayoría de los que se criaron en un barrio pobre al oeste del Gran Buenos Aires. Como podría ser la de un niño de un barrio pobre en Montevideo o cualquier otro país latinoamericano. Años `90; un botija que va a la escuela más para comer que para estudiar; una madre soltera que cae en cana; una abuela que queda a cargo y hace lo que puede para sostener la olla; la contención familiar ausente y la crianza queda a la deriva. A los 14 años cae en un primer instituto para menores, y de allí en adelante el periplo de caidas y fugas tan habituales en los gurises de la calle. Hasta que con 16 años lo agarran involucrado en secuestro extorsivo. Pasa por los cuatro institutos de menores de Buenos Aires, y al cumplir la mayoría queda preso en los penales de Ezeiza y Marcos Paz… Camilo tuvo que afrontar una sentencia de siete años de prisión, otra marca, aparte de las que ya le habían causado las balas de la policía…-“con veinte años ya tenía 6 balazos que me metió la policía en diferentes enfrentamientos, tuve que andar de bastón, con clavos en la pierna y una bolsa en el estómago, y cómo yo  miles de pibes están condenados a esto…”



Buscando a Camilo

La primera vez que supe algo de él fue el año pasado, por una nota en página 12 y luego el en programa argentino Historias debidas. Me quedaron picando un par de respuestas del loco: “El pibe chorro no creé en lo que cree la sociedad en general, no tiene la moral que tiene la mayoría de la sociedad, donde se supone que el que trabaja es decente, el pibe chorro piensa que la decencia es otra cosa. (…) La exclusión que sufrimos es cultural, no es económica, lo peor que nos hicieron fue condenarnos a la ignorancia”. Me pareció que se salía del cliché tantas veces recurrido, ese que hace un reduccionismo del problema de la delincuencia  echando mano al mito de que los pobres chorean sobre todo por hambre. Y lo que le daba particular valor a esta otra óptica era que provenía de este botija que las había pasado todas. Un encare que no buscaba excusas facilonas ni se victimizaba; este tal Camilo buscaba explicaciones…

Un tiempo después, -hurgando en la red- me encontré con una carta que Camilo Blajaquis -con veinte años- le había escrito desde su celda en la cárcel de Marcos Paz a Luis Mattini (ex guerrillero del ERP), luego de leer su libro “Los Perros”

“(…) Yo puedo estar escribiéndole acostado en la tarima de una celda, cumpliendo una condena por secuestro extorsivo, puedo ser el pibe chorro y el negro de mierda culpable de la inseguridad del país para la gente normal, pero yo Luis, cuando leo sobre la persecución y la monstruosa tortura que sufrieron muchos de ustedes, no puedo menos que entristecerme y llorar, como me pasó con este libro y con otros tantos, también porque incansables veces me he preguntado cuál hubiese sido el destino de mi generación si hubieran triunfado y el pueblo hubiese entendido la alternativa que proponían”

Definitivamente tenía que conocer a este gurí, tenía que ubicarlo de alguna manera, y las pistas fueron llevándome más rápidamente de lo que esperaba. Por esos mismos días doy con un video de un programa de Victor Hugo Morales donde entrevistan al tal Camilo en su propio barrio, estaba en Morón y ya no estaba entre rejas. De nuevo sus respuestas me llamaron la atención…
“La sociedad no está acostumbrada a que un pibe de una villa quiera ser filósofo; porque lo que se supone es que nos toca ser los obreros de una fábrica, los que limpian los baños, o los que llenan las crónicas policiales de los medios de mierda de este país…”

El contacto definitivo lo obtuve por esas casualidades gracias a Julián Axat (compañero y poeta de La Plata), que en Junio de este año vino a Montevideo a presentar su libro “si Hamlet duda le daremos muerte” (Antología de poesía salvaje). Entre los 52 poetas que Julián había reunido en aquel libro figuraba Blajaquis…

Algunas semanas después estoy cruzando el charco, rumbo a Buenos Aires, al encuentro con el tal Camilo…

Encontrando a Camilo

Mientras que preparo la grabadora y la cámara Camilo prende una punta, -“estoy por la despenalización y legalización del cultivo de marihuana” comenta, cómo avisando…pero no hay pose, hay naturalidad, es un loco que a primera vista demuestra moverse tranquilo en cualquier circunstancia, de personalidad firme a pesar de sus escasos 22 años. 

Le respondo que en Montevideo el guachaje también se está moviendo mucho por el tema. -“Si, estoy enterado. El tema que por mucho que se esté moviendo hasta que no se modifique la ley marchas en cana por faso, no hay mucha vuelta que darle…” responde. Pragmático, sin pelos en la lengua, echa unas puteadas al paso contra la sociedad conservadora argentina, se lo nota medio irascible con la inminente victoria de Macri en Buenos Aires. Y el tema fútbol, con la aún fresca eliminación de la selección Argentina por la celeste es el comentario insalvable en todas partes…-“fijate vos, por acá todo el mundo anda bardeando a los uruguayos porque nos dejaron afuera de la copa- comenta Camilo, -a mi me da bronca eso, y le digo a la gente: primero que nada tienen que saber que los uruguayos se separaron de Buenos Aires porque los porteños somos unos asquerosos, unos centralistas y egoístas, donde hubo unidad  fue allá en Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Misiones…pero acá en la capital somos unos hijos de puta”


Me saca irremediablemente una sonrisa…”que loco bárbaro éste” (pienso)…y largo la entrevista.

Barrikada: ¿Quien es Camilo?


Camilo: Mi verdadero nombre es Cesar González, soy de la Villa Carlos Gardel, Morón (al oeste de Buenos Aires). A los 16 años caí preso, pasé 5 años de mi vida en la sombra del encierro. Recorrí 4 institutos de menores y 2 penales de adultos. Hace 1 año que salí, volví a mi barrio, hoy tengo 22 y me dedico a la literatura, estudio filosofía, saco una revista de cultura marginal que se llama Todo Piola?, escribo poesía, y estoy por editar mi segundo libro…Camilo Blajaquis es mi pseudónimo, es el que nació desde adentro de César, el nuevo sujeto adentro del sujeto…                                                     

Camilo sabe que su extracción social, su pasado de balaceras y encierro, contrastado con el presente de poeta es lo que lo ha puesto en los medios, como una cosa rara, como una exepción para confirmar la regla y sin embrago no se marea, aprovecha las circunstancias con inteligencia, habla sereno. Pero de algún modo se percibe cierta ansiedad en él por pasar lo antes posible a través del relato de rigor de su pasado, no por vergüenza o por deseos de ocultar parte de su vida, si no por que tiene otro plan, donde ese relato oscuro que este último año ha debido repetir en decenas de medios de prensa es apenas el preludio de un manifiesto que le urge proclamar, y que habla de causas más que de consecuencias…

Barrikada: ¿Y que pasaba por la cabeza de aquel Cesar de la villa hace más de 5 años?

Camilo: Antes de caer preso nunca se me hubiera ocurrido escribir un libro, ni siquiera leer un libro y mucho menos hacer poesía. Yo no sabía nada de filosofía o de política. Sólo sabía usar un revolver, drogarme, robar para comprarme ropa de marca y creerme que era Al Capone, en fin, como tantos pibes de cualquier villa, de un barrio pobre en cualquier parte de Latinoamérica…

Pero toda historia de liberación – a parte de dolor y bronca - guarda algo de magia, y en la historia de Camilo también. Un día llega a la cárcel donde estaba encerrado Camilo un tal Patricio “Merok” Montesano, un mago -“un vago que daba taller de magia voluntariamente dentro de la cárcel” relata Camilo.-“Nos trataba bien, no venía desde un lugar de profesor, ‘a ustedes, negritos, les vengo a enseñar cómo es la vida’, que es muchas veces la postura de los talleristas en la cárcel. El nos trataba como personas, no como monstruos. Nos enseñaba un truco de magia y nos hablaba de Walsh, de Cooke, del Che, de lo que pasó en los ’70. Nos hablaba de arte, de poesía, de cultura. Al principio no le di mucha importancia, ‘este loco de mierda, qué me importa lo que dice, si total a mí me quedan un montón de años’. Pero venía en serio, con pureza, para ayudar.” 

Barrikada: Y van llegando los libros…

Camilo: si, pero no fue de un día para otro. De a poco fui abriendo la cabeza aunque los primeros libros que leí eran de autores bastante conservadores como Borges o Miguel Casares, que si bien no tenían ninguna revelación social o política para mi, me entretenían. Los primeros libros que me empiezan a pegar de verdad son de Roberto Arlt, porque escribía con lunfardo sobre realidades de la calle, y de alguna manera me sentía identificado. Y otro que me despertó fue un libro del Che. Porque yo no sabía nada de él. Porque si bien un pibe de una villa en mi país lo ve al che por todos lados, en banderas y remeras no sabe de su obra. Muchos ni siquiera saben que era argentino. Y cuando leí al che me gustó esa historia, esa aventura real de un loco que luchaba por la justicia social para gente como yo, para los de mi clase, y que por eso termina asesinado injustamente. Fue muy importante para mi saber del Che.

Es a raíz del acercamiento a la historia de la revolución cubana de mano del Che que aquel pibe preso llamado César empieza a darle nombre al otro pibe que esta naciendo más libre desde su interior…Camilo, por el comandante Camilo Cienfuegos, y Blajaquis
por el militante peronista asesinado en la pizzería La Real, relatado por Rodolfo Walsh en su libro ¿Quién mató a Rosendo?...

Rodolfo Walsh fue otro autor clave. –“La conciencia de Walsh, su inteligencia unida a la acción. Comencé a interesarme por lo que había pasado en la dictadura, que había afectado a mi barrio. Siempre vivimos en la exclusión verdadera, la cultural y educativa explica Camilo.


Camilo me va comentando una larga lista de autores de la literatura universal que considera le fueron abriendo la cabeza por distintas razones: Bukowski, Edgar Alan Poe, Nicolás Guillen, Alejo Carpentier, Hemmingway y Cortazar. Pero confieso que me sorprende realmente cuando me habla de literatura filosófica como Spinoza, Heráclito, Nietzsche, Deleuze o Focault…

Barrikada: ¿leíste a Focault en cana?

Camilo: Si, algunas cosas, textos sueltos pero muy importantes porque el ponía en palabras cosas que yo estaba viviendo, y permitía explicarme las cosas que me estaban pasando, los juegos del poder, el disciplinamiento, el surgimiento de la cárcel, el concepto de castigo…en fin. Y hoy lo sigo leyendo, pero ahora desde otro lugar, porque estoy estudiando filosofía.

Hoy Camilo esta estudiando filosofía, pero su afán de superación y desarrollo cultural no tiene que ver con un camino individual o un delincuente reformado que reniega de su pasado, por el contrario, Camilo vuelve a la villa Carlos Gardel donde se crió y por eso es respetado (aunque se puede suponer que su trascendencia pública en la cultura seguramente le permitiría residir en algún barrio menos complicado). En la villa ha encontrado una posibilidad para dar talleres de literatura para jóvenes de 12 a 25 años, donde incluso le han caido pibes enfierrados, viejos amigos de los tiempos del choreo buscando desahogo, pero en los talleres de literatura Camilo pone las reglas de juego, que ya no son las de la calle y lo respetan. -“No es que cambié, porque si digo que cambié es cómo si dijera que soy otro, que me cambiaron allá adentro…y no, yo soy el mismo, en todo caso hice mi propia metamorfosis como en el cuento de Kafka, en ese caso él habla de un ser humano que se va a dormir para despertar  como una cucaracha. En cambio en este caso diría que entró  en la cárcel un pibe chorro, y aunque todo está hecho para que saliera algo peor todavía, lo que sucedió es que salió un poeta. Alguien que quiere que se genere algo más interesante para las generaciones que se vienen. Y puedo decir que cuando salí de la cárcel aparecieron las armas, las invitaciones a salir a robar de nuevo, pero dije que no, mi cabeza ya estaba en otro lado, entendí que el chorro lo que busca es plata, y plata es lo que necesita este sistema, es todo parte del mismo jueguito y lo puedo decir porque yo fui parte de eso. No es que se roba a lo Robin Hood para repartirle a los pobres, hoy el pibe sale a robar para tener algo material que no tiene, y para mi lo que esta mal es justamente lo material, todo este sistema de consumo”. explica Camilo


Militante de la cultura marginal

Camilo lleva adelante otro proyecto que corre por carriles alternativos y autónomos: se trata de una revista llamada Todo Piola? (donde el signo de interrogación es particularmente relevante)…

Camilo: la revista nace estando yo preso. Patricio (el mago) le pasa mis primeros manuscritos a un amigo diseñador grafico, que a su vez se junta con otros amigos anarquistas y otra gente que estaba ya escribiendo, y de a poco se va formando el grupo que saca Todo Piola?. Es así que los primeros 4 números son ediciones que  las sacamos clandestinamente adentro. Y la idea de ponerle ese nombre es porque quería que esa expresión tan común deje de afirmar y pase a interpelar: ¿esta realmente Todo piola...?

Barrikada:  ¿y?...¿esta todo piola?

Camilo: ¡claro que no!, están mal la mayoría de la cosas, y nosotros escribimos sobre eso, sobre lo feo que esta todo. Y no por pesimismo, ni por nihilistas, todo lo contrario, somos optimistas porque el primer paso para creer en el cambio es decir que lo que hay esta mal. Y bueno, Todo Piola? nació con esta idea, cómo un desahogo después de darme cuenta de todas estas cosas. De porque estaba en cana, de porque el noventa porciento de los que estabamos ahí adentro veníamos de las zonas más pobres…¿casualidad?, no, causalidad inmanente, o sea que  pasa todo el tiempo, constantemente. Y una causa tiene su efecto, y acá el efecto es violencia. Es decir, si hay marginación, y exclusión ¿que esperamos obtener cómo resultado?, ¿abrazos y paz?. ¿Acaso esperamos que aquellos a los que le damos la espalda nos devuelvan un clavel?...estamos pidiendo lo imposible si pretendemos eso. Por eso decimos que pasa por pedir algo mucho más realista, mucho más probable, que es terminar con las causas de la injusticia y la marginación para que no haya más violencia.

Barrikada:  ¿y cómo te parece que se logra eso?, ¿Cuál es la salida?

Camilo: y mirá…en lo inmediato es que se ofrezcan herramientas, darle oportunidades a los pibes de los barrios. No se bien como se tiene que organizar, pero yo apuesto a formas de organización colectiva y a que haya un sentido solidario, una ganas de igualdad. Mi utopía es que no exista el dinero o el Estado, pero mientras exista pienso que tiene garantizar la dignidad a la gente, osea casa, comida, cultura y oportunidades para poder desarrollar alguna potencialidad que todos tenemos.


Barrikada:  En Uruguay se está promoviendo la baja de la edad de imputabilidad ¿estás al tanto?

Camilo: si, se que allá están re-paranoicos con eso. Acá en Argentina hace mucho tiempo que se está impulsando la baja y ahora está la ley en el Congreso. Es lamentable, porque lo que va a pasar si se aprueba eso es que va haber más violencia simplemente, más sangre desde más chico, y lo van a ver dentro de diez años en las estadísticas…¿y ahí cual va a ser la solución que propongan?...

Una llamada interrumpe la charla. Camilo explica que es día de reunión del colectivo que edita la revista Todo Piola?, y me invita a conocer la barra. Se trata de unos diez jóvenes que debaten sobre los contenidos del próximo número y resuelven las maneras de una distribución alternativa. Las ides brotan una tras otra. Es un espacio de mucha horizontalidad y franqueza, se respira fresco y no existe el clima de suspicacias o cálculos que habitualmente circulan en reuniones de un clásico colectivo político. El método de trabajo que eligieron es el de usar un material audiovisual como disparador para una discusión sobre los temas para el próximo número.

Me despido, regreso hacia la estación del subte cuando ya la oscuridad cae sobre Buenos Aires. Los destellos de las marquesinas luminosas y las vidrieras resplandecientes de mercaderías contrastan con las miserias presentes en todas partes. Pibes con actitud desafiante, pibes de barrios pobres entre yupis asustados, pibes en la mala pero con championes Niké observados de cerca por la Federal.
Un afiche de Macri abrazado de su familia anuncia el porvenir seguro e ideal.
Me voy hojeando la poesía de Camilo que se confunde con el paisaje que veo.

Fin del viaje.


* En la versión impresa este artículo viene acompañado de la nota "Alzas y bajas en la bolsa (del porro)", por Camilo Blajaquis, extraído de la revista "Todo Piola?" nº 11. Poemas de Blajaquis y referencias varias.  El presente artículo es una entrevista realizada en Bs.As por Barrikada en Agosto del presente año, e incluye  citas del programa "Historias Debidas", extractos de nota en "Pñagina 12" y entrevista de TN.