sábado, 10 de septiembre de 2011

“de aquellos polvos estos lodos" / Mejías Collazo




Algunos elementos para descifrar 
los vergonzantes hechos en HAITÍ


“de aquellos polvos estos lodos": por supuesto que la recurrencia a esta sabia sentencia extraída del refranero popular, no significa resignación (al menos en este caso)… mucho menos aceptación y/o exculpación con relación a los aberrantes hechos de violación cometidos por los “soldaditos de la patria” que operan en Haití en nombre de las “misiones de ayuda humanitaria”. Significa sí: subrayar la lógica de tales aberraciones en relación a la formación (debiera decirse “deformación”) generada en las escuelas militares y en los cuarteles, donde se siembra y se cultiva el desprecio de los uniformados hacia los “civilotes”.

Quien esto escribe lo hace con la deplorada y superada experiencia que le tocó vivir entrados los años `50… (que no se la contaron!), la vivió en 1953: único año cursado en la Escuela Naval y tras el cual -estando en calabozo castigado por “acumulación de arrestos”- solicitó la baja,la que le fue concedida por "falta de aptitud militar".
A quienes recién ingresábamos a la Escuela (en el referido caso a la Escuela Naval) se nos llamaba “panzas”: Tal mote obedecía a que el uniforme de los internos recién ingresados -(por lo general con físicos aún no cultivados por la gimnasia militar)… nos quedaban holgados y lucíamos como panzones. Pero más allá del origen de aquel mote, la caracterización de “panzas” implicaba una categorización descalificadora que recién comenzaría a superarse al tercer año de ingreso al Instituto… Hasta tanto -como “panzas”- debíamos soportar la implícita subordinación y “obediencia debida” a quienes ya llevaban cuatro o cinco años en la Escuela y entonces recibían la distinción de brigadieres… aceptando y repitiendo las mismas conductas descalificadoras por ellos mismos antes sufridas y aprendidas a soportar.

(…) Entre otros “divertimientos” que gozaban los alumnos de los cursos más avanzados dentro de la Escuela… estaban las “manteadas”: ello consistía en colocar al recién ingresado sobre una manta, zarandeándolo hasta que cobrase considerable altura y entonces -de pronto- le quitaban la manta. Aquella diversión recién se les terminaría cuando uno de los “panzas” -víctima de la diversión de sus “superiores”- se quebró el espinazo al retirársele la manta y cayó -desde varios metros de altura- sobre el piso de baldosas.
Entre las divertidas prácticas de aquellos degenerados (entre los que se cuentan muchos de los actuales oficiales de nuestras “gallardas” fuerzas armadas), también estaba la ceremoniosa costumbre de dibujar con tiza sobre las paredes un enorme pene y hacer desfilar a los “panzas” (recién ingresados) obligándolos a pasar su lengua sobre aquella grotesca figura hasta dejar limpia la pared, en tanto nos cagaban a patadas en el culo… A mí mismo me tocó ser víctima de aquella vejación: cuando recibí aquella orden tomé una toalla de mi ropero para limpiar la pared. Tal ocurrencia me significó perder las pocas horas de licencia que me quedaban para el fin de semana: el parte del castigo fue “desobedecer las órdenes de un superior”….
Podría continuar testimoniando una larga lista de relatos que dan cuenta de la “formación” (de las deformaciones) de aquella milicada, hoy ejecutora de torturas, de violaciones y asesinatos cometidos en nuestro propio suelo: atrocidades y vejaciones que hoy perpetran en Haití, en el Congo… en cuanta “humanitaria misión” que se les concede participar!

No resulta fácil y sí -por supuesto- muy doloroso, desagradable y hasta asqueante revisar en mi memoria… revolver tanta mierda, tanta conducta aberrante y llegar a exponerla ante la consideración popular… No es fácil rememorar tanta inmundicia; pero todo tiene un límite cuando la verdad se impone y su silenciamiento cobra visos de complicidad!

----------------------

(…) ¿a qué viene este extendido sinceramiento?... Simplemente, pretendo aportar ciertos elementos (por supuesto que siempre insuficientes) para llegar a explicarnos en alguna medida, el origen y las consecuencias de las denigrantes conductas del milicaje en relación con los “civilotes” incapaces de compartir sus códigos: ¡”resentidos sociales”!... así nos categorizan y nos reprochan por ser incapaces de valorar el ejemplo que en las misiones humanitarias -como en el Congo y en Haití- están demostrando los soldaditos de nuestra patria!

… es como si el mundo y los valores de nuestra humanidad se derrumbasen
cuando escuchamos la cómplice e ignominiosa voz de ciertos ex compañeros
hoy en el gobierno, amparando y ensalzando la conducta de la criminal patota militar!

¡ni quietos ni callados!... movilizados y manifestando nuestro repudio frente a tanta traición e ignominia!
Hébert Mejías Collazo
*éste articulo esta disponible sólo en versión digital 
(no se incluye en la versión impresa de Barrikada)





No hay comentarios:

Publicar un comentario